Daniela Franco
Buena Gente Periódico conversó con Carlos Osorio, campesino y custodio de semillas de El Carmen de Viboral, Antioquia. Se encuentra radicado en la vereda La Milagrosa donde construyó y sostiene un sueño llamado Granja RenaSer, un lugar que se ha convertido en su hábitat. En una hectárea de tierra Don Carlos ha sembrado diferentes especies como papa blanca pepina, penicilina, amaranto y trigo sarraceno, entre otras plantas propias del territorio; trabaja día a día para llegar a una verdadera soberanía alimentaria.
Origen de la Granja RenaSer
Desde que lo conocimos, don Carlos se mostró como un hombre amable y cálido, con las puertas abiertas para introducirnos a los sentidos profundos de esta interesante Granja y su historia. Su nombre se debe a que en un tiempo estuvo muy enfermo, producto de haber estado en contacto con sustancias químicas con las que los patrones le exigían trabajar. Esto lo dejó impedido para cualquier empleo. Gracias al espacio de la granja volvió a nacer, dado que en 1994 realizó una reconversión hacia la agroecología. Esto implicó pasar de tener una calidad de vida deficiente a los 40 años, a recobrar energía y ponerle todo el empeño a lo que ama hacer. "Es la hectárea de tierra que quiero conservar hasta que la vida diga otra cosa", nos comenta con convicción.
Fuente: Archivo Personal Daniela Franco
Cómo y cuándo surgió la idea
Compró el predio en 1973, ya hace casi 50 años y lo trabajó con insumos químicos las primeras dos décadas. Después de reflexionar y con el deseo de tener una mejor salud, comenzó a cultivar de manera orgánica y así se ha mantenido durante los últimos 30 años. Manifiesta que siempre ha sido custodio de semillas, heredándolo del padre desde antes de que la agroecología se nombrara como tal. Pero fue hace 20 años que lo invitaron a pertenecer a la Red de Semillas Libre de Antioquia.
En la granja solo vive él con un señor de más de 70 años que le ayuda con algunas labores. No viven allí ni parientes ni otros trabajadores. Desde hace más de 15 años la familia se fue para el pueblo, por lo que no hay quien continúe, en el futuro, con el trabajo que don Carlos realiza.
Su hija maneja el restaurante de la Tienda Hojarasca, ubicada cerca del Parque del Carmen del Viboral, buena parte de los platos que preparan en este lugar se nutren de las verduras que siembra don Carlos, es decir, entre el 40-50% provienen de la Granja Rena-Ser. Aquí también vende sus productos y otras dos granjas agroecológicas están vinculadas a la tienda desde hace 12 años.
Dificultades de trabajar en manera agroecológica
Al principio las dificultades tuvieron que ver con vender los productos, fueron dos años particularmente difíciles desde el punto de vista económico. Esta situación se vio agravada por su precaria condición de salud. Fueron varios meses sin trabajar, gastando los ahorros. Pero en 1996 inició la Tienda Hojarasca, allí encontró un punto donde distribuir los productos sin intermediarios, en este momento hay más demanda que oferta.
Ahora las dificultades son conseguir una semilla de buena calidad y mano de obra. “Sobre lo primero, las semillas tienen que ser las mismas que uno produce”, comenta don Carlos. Con respecto a la segunda cuestión, opina que puede ser culpa del gobierno y la mala planeación de los municipios, que ponen las oportunidades en la ciudad y no ayudan al campo. En El Carmen hay mucho apoyo para los floricultores o ceramistas, pero para quienes trabajan de una manera agroecológica “no hay ningún sustento”, sentencia nuestro entrevistado. Ha hecho solicitudes al gobierno y cuando se enteran de lo que hace no lo apoyan.
Otro punto tiene que ver con la falta de un lugar propio para la Tienda Hojarasca. Su hija tiene que hacerse cargo del encarecimiento del arriendo y considerar los servicios y las prestaciones de las trabajadoras. Esto es algo que igualmente preocupa a don Carlos, principalmente por ser el lugar de comercialización de sus productos, y donde los campesinos vinculados a la tienda pueden participar con la venta de otros alimentos. Pero a pesar de todas las dificultades mencionadas son más los logros y escoge nunca rendirse.
Importancia y satisfacciones en el proceso
Para don Carlos es más valioso hablar de una soberanía que de una seguridad alimentaria. Menciona que “con tal de que haya plata se compra la comida, pero con este tipo de procesos se ve reflejada una calidad de vida”, para él no se trata de llenarse con cualquier tipo de producto, por el contrario considera que debe existir un bienestar general para cada persona, con la posibilidad de obtener alimentos genuinos.
A pesar de las dificultades, don Carlos dice que se mantendrá allí. Le gusta lo que hace y ha tenido muchos logros por ello. Por ejemplo, ha sido invitado a 7 países para contar su experiencia. En 2009 comenzó a salir del país, es decir que con 55 años montó por primera vez en avión.
La pandemia impidió que siguiera viajando, pero reflexiona que las cosas por algo se dan y ese momento nos demostró que la tierra es sanadora. Ella no sabía de pandemias y devolvió cierto valor a los campesinos, ellos siguieron trabajando, demostrándonos que la comida siempre estará vigente, porque un campesino se necesita 3 veces al día.
La principal satisfacción es que sigue trabajando en lo que ama, que es sembrar comida. “Uno haciendo lo que le gusta no es trabajo es una labor, al que le gusta le sabe”, comenta don Carlos. Haber decidido quedarse solo y seguir laborando en la tierra fue una decisión acertada, porque no es seguro lo que hubiera sido de él en estos últimos años. Más que todo durante el encierro. En este momento sigue ahí recibiendo personas, con el punto de venta en El Carmen y con la satisfacción de que hay quienes se han beneficiado. "Hay gente que lo valora a uno y agradece lo que uno hace".
Anécdota personal sobre su experiencia
Don Carlos reflexiona que las personas valoramos a los amigos cuando realmente los necesitamos. En 2009, estando ya viviendo solo, un amigo lo invitó a una convivencia en el suroeste. Luego una amiga lo convidó a Villa de Leyva y ahí lo llamaron para ir a Brasil en noviembre. Al año siguiente fue invitado a Cuba.
Todas las amistades que tiene en la actualidad las consiguió en esos viajes. La Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA), lo ha invitado a diferentes países. En 2005 conoció a un profesor de la Universidad de Berkeley que daba cursos de agroecología y han seguido la amistad durante todos estos años. El hecho de conocer tantas personas lo llena de satisfacción.
Visión sobre el futuro
Al preguntarle si cree que el futuro va a ser diferente dio una respuesta honesta e inspiradora:
“La gente tiene que cambiar, ya no podemos acumular más veneno. Fuera de eso, ya hasta toca tener plata para envenenarse, para comprar buen veneno. Entonces, pienso que ya la gente está valorando más ese tipo de proyectos. En El Carmen cada 8 días hay un mercado campesino. El municipio está comenzando a apoyar más a los campesinos. Lo que me ha dado fortaleza, es que cada vez hay menos intermediarios, entonces uno le puede dar el valor, sin ser usurero y cada parte, consumidor y agricultor, queda contenta”.