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Paz & Reconciliación 2020-05-09 | Comentarios:

La ATCC: un ejemplo vivo del poder pacífico transformador

La ATCC: un ejemplo vivo del poder pacífico transformador

Foto: Balseros en el río Carare. Fuente: Unidad Víctimas

Por: Rubén Pardo Santamaría y Luisa Otero

 

Buena Gente Periódico destaca la memoria del Acuerdo de Paz, que se llevó a cabo en 1987 entre la hoy Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC) y los actores armados, legales e ilegales, que violentaban su territorio. La voz de la ATCC sigue vigente, más en una Colombia que hoy enfrenta los desafíos del perdón y la reconciliación necesarios para la construcción de paz. Agradecemos a los miembros de la ATCC que hicieron posible la memoria que hoy publicamos, con quienes compartimos en su propio territorio la celebración de sus primeros 30 años[1] en octubre de 2017.

 

Los años de la Ley del Silencio

 

En la década de los 80 este territorio estaba afectado por violencias estructurales como la pobreza, la exclusión y principalmente un conflicto armado interno que había dejado más de 500 muertos entre los años 1970 y 1986. A diario viajaban unos 10 a 15 muertos por el río Carare. José Romero recuerda que el miedo, la muerte y la ley del silencio se habían instaurado entre la población. Ante esta situación los campesinos, muchos analfabetos, plantearon un modelo de resistencia civil que luchaba por la dignidad de la vida, la paz y el trabajo.

 

Según Héctor José Piñeros, la guerrilla tenía el terreno tomado “hacían las leyes, eran los que mandaban acá”. Con el tiempo su proyecto político cambió y se volvieron dictadores, eso minó al pueblo campesino. Empezaron los secuestros y las extorsiones a los ganaderos, en consecuencia las autodefensas llegaron al territorio. El campesinado quedó en medio del fuego cruzado entre las autodefensas, la guerrilla y el ejército.

 

Foto fuente: Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)

 

Héctor precisa “teníamos un carnet para poder andar aquí en la región”, así el ejército los controlaba. Los campesinos estaban sometidos a la ley del silencio, también impuesta por el ejército, “a usted le podían matar su ser querido, su amigo, su vecino y usted no tenía derecho ni siquiera a declararlo, ni siquiera a decir ´me dolió mucho´”. En ese tiempo en Colombia no había derechos humanos, ni personería, ni defensoría del pueblo.

 

Un modelo de resistencia civil

 

Un comandante guerrillero les dio 4 opciones “se arman como guerrilleros o como paramilitares, se van de la región o se mueren”.  Pero los campesinos optaron por quedarse exigiendo el respeto de la vida, por pensar diferente y por hablar, recuerda Donaldo Quiroga. Surge la idea de dialogar con las FARC. Entonces, se concertó un encuentro en La Zarca (Municipio de Bolívar, Santander), uno de los sitios simbólicos de la conmemoración. Ese día,  22 de mayo de 1987, llegaron unos 3 mil campesinos con miedo. Hicieron un listado de todo lo que la guerrilla les había hecho “usaban al campesinado como mandadero”, recuerda Simón Palacios. Después llegaban los paramilitares “¡ah!, ustedes son unos alcahuetes, unos auxiliares, entonces tome”.

 

Foto: Donaldo Quiroga. Fuente: Unidad Víctimas

 

La misma agenda se hizo para todos los actores armados, legales e ilegales, continúa Donaldo. Luego se reunieron el 28 de mayo con los altos mandos militares. Los acuerdos con los paramilitares se lograron cinco meses después de la masacre de los dirigentes en 1990. Los acuerdos logrados consistieron en:

 

* Abolición de la ley del silencio, la comunidad es libre para expresar y opinar;

* Tránsito libre de los actores por el territorio sin someter a ningún campesino a investigación, vinculación ni reclutamiento forzados o tortura;

* Libertad de pensar respetando las otras diferentes maneras;

* No utilizar a la población campesina ni tomar sus bienes;

* Respetar la condición de Asociación y la autonomía de las comunidades para resolver sus problemas sin intervención de ningún grupo;

* Libertad para los campesinos a escoger su inclinación política, sin ser obligados a optar por alguna;

* Respetar la vida de todos los campesinos como principio, no se permitía el asesinato de nadie.

 

Foto fuente: Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)

 

El resultado no se hizo esperar. Donaldo destaca el hecho de pacificar un territorio “con el poder de la palabra que utilizamos los campesinos”, aun sin ningún beneficio de costo político. De lograr autonomía en medio de estos actores de guerra y pensar en un plan de vida para las comunidades negras, indígenas y campesinos que convivían. Al no estar atados a las condiciones de la guerra, se trazaron en el horizonte un territorio donde solamente el poder y la decisión los tenían ellos mismos.

 

Una vida digna: la travesía de la ATCC

 

Con el acuerdo para la defensa de la vida “de las balas de los fusiles” comenta Mauricio Hernández, se hizo necesario defenderla de toda “cosa que la atrofia”. La ATCC asume como eje la gestión para avanzar en las líneas de desarrollo de la zona y así encontrar oportunidades para dignificar la vida.

 

Han transformado la realidad del territorio a pesar de algunas caídas, como recuerda Simón Palacios: cuando se cerraron los diálogos por un año; cuando llegó la coca al territorio y fueron perseguidos; y, la más dura, el asesinato de 3 de sus líderes, Josué Vargas Mateus, Saúl Castañeda y Miguel Ángel Barajas en Cimitarra, y de la periodista Silvia Duzán, el 26 de febrero de 1990. Patricia Vargas Quiroga, hija de Josué Vargas, comenta que este sacrificio valió la pena, pues se salvaron muchas más.

 

Foto fuente: Unidad Víctimas

 

En septiembre de ese año llegó el Nobel Alternativo de paz, un reconocimiento que puso la mirada internacional sobre la ATCC. La travesía de la organización siguió el curso, como el río que atraviesa su área de influencia. Llegó el desafío de la reincoporación de los miembros de las autodefensas, algunos de ellos pobladores del territorio que quisieron volver. Las historias de apoyo para la reinserción y una vida digna son innumerables.

 

Para la ATCC es fundamental fortalecer la productividad del campo a través de la reparación colectiva por los daños derivados de la masacre, pues se frustró el plan de desarrollo. “Los primeros que hablaron de una propuesta de reparación colectiva fuimos nosotros con la Ley 1448 del 2008”, nos comenta Braulio Mosquera, una lucha que aún no termina.

 

Foto: Braulio Mosquera. Fuente: Unidad Víctimas

 

Para estos líderes los gobiernos de turno han invertido dineros para la guerra, pero no en ellos que son constructores de paz. Fueron necesarios 18 años y el apoyo de unas 32 organizaciones para que la Corporación Autónoma Regional de Santander (CAS) declarara la zona forestal. Son coadministradores del Parque Natural Serranía de las Quinchas y de la reserva Forestal de la Cuchilla del Minero.

 

En educación, se destacada la creación del Instituto Agrícola La India, (Municipio de Landázuri, Santander). También la creación de la Cátedra de paz, acogida por los campesinos que se compartió con profesores de las instituciones de La India y otras de la zona.

 

Foto: Instituto Agrícola La India. Fuente: Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC)

 

Hacer posible lo aparentemente imposible: aprendizajes para la construcción de paz   

 

Para Esperanza Hernández, este es un proceso pionero, ejemplo de la construcción de paz que necesitamos en Colombia, pues el poder pacífico transformador está en las comunidades que especialmente han sufrido el impacto de diversas violencias.

 

Diego Pérez resalta el diálogo de respeto por el otro y la búsqueda de respuestas a través de una Comisión de diálogo nombrada por la comunidad. Asimismo, el Consejo de Mayores y Mayores, de ancianos, de sabios de la comunidad que ilumina la resolución de problemas de compleja resolución. Destaca el esfuerzo para dialogar también con la institucionalidad, con la Gobernación de Santander, alcaldías, instituciones del Estado y del Gobierno Nacional, Fiscalía, Procuraduría, incluso con agentes del Estado como la Policía y el Ejército. Otro aporte al territorio son los aliados de muchos niveles, con otras comunidades, iniciativas y territorios de paz y agencias internacionales. La ATCC ha sido un laboratorio de ideas para la academia con los saberes sobre la resolución y el tratamiento de conflictos.

 

Foto: Entrega del "Right Livelihood Award" o premio Nobel alternativo de Paz. Fuente: Unidad Víctimas

 

32 años de resistencia

 

¿Cuál es el corazón de la resistencia? Donaldo Quiroga responde: es el principio de mantener la armonía entre los pobladores que a pesar de las muchas dificultades perdura, “hay una credibilidad en que la situación y los problemas los resolvemos entre nosotros mismos”. Es mantener la  esperanza de construir un país diferente, “seguimos construyendo espacios de convivencia” desde la familia, desde abajo, desde los territorios, manteniendo ese ánimo transformador, precisa Donaldo. Finalmente, es el diálogo, la palabra que construye como el mejor camino y herramienta para transformar y construir nuevas comunidades.

 

Hoy la ATCC tiene un área de influencia de 36 veredas, de 6 municipios, de los cuales, ninguno responde integralmente a las necesidades de las comunidades. Es por ello que sueñan con convertirse en un Distrito Especial de Paz, cuyo plan de vida vaya más allá de este territorio.

 

Fotos Galería: Afiliados ATCC (fuente: Right Livelihood Award) ATCC 30 años (fuente:Asociación de Trabajadores Campesinos del Carare (ATCC))

 


[1] Este artículo fue posible gracias a Simón Palacios (Fundador),  Mauricio Hernández (Vicepresidente), Braulio Mosquera (exmiembro de la Junta Directiva), José Romero,  Héctor José Piñeros (Fundador), Patricia Vargas Quiroga  (hija de Josué Vargas), Donaldo Quiroga (Consejo de Ancianos y Ancianas), Esperanza Hernández (Universidad de la Salle), Diego Pérez (ONG Pensamiento y Acción Social)  y a toda la comunidad del área de influencia de la ATCC.


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